Ejercer el derecho al voto, en sí mismo, tiene que estar entre las cosas más profundamente delicadas para una persona dentro de una democracia. De hecho, desde una perspectiva general, la condición de ‘ciudadano’ se consagra precisamente en el acto de ejercer ese derecho, con la mayor autonomía posible.
Las personas con discapacidades sensoriales, y específicamente con discapacidad visual, suelen experimentar restricciones en el ejercicio de este derecho. Durante décadas, esta ha sido la realidad para el algo más de un millón de personas con discapacidad visual o sensorial en nuestro país.
Una nueva frontera, ahora digital
Llega 2025 e irrumpe en Perú la propuesta del voto electrónico como el salto, la promesa hacia un modelo de autonomía y accesibilidad para la
población con discapacidad visual. El organismo a cargo no ha presentado metodologías o indicadores de resultados del procedimiento que se está anunciando. Suena bien,definitivamente, y por supuesto que sería una excelente opción para los ciudadanos con discapacidades sensoriales de nuestro país. Surge, sin embargo, algunas inquietudes sobre esta nueva alternativa, el voto electrónico para 2026. Inquietudes como si habrá recibido validación o no, si elsistema es todo lo fiable que debería o cuál es el porcentaje de cobertura que tendría sobre la población PCD visual.
Tecnología Perfecta que pocos sabrían Usar
Aun considerando los evidentes avances que la tecnología nos proporciona en el mundo actual, en casos de especial relevancia, como la autenticación legal, la firma de contratos o en este caso el ejercicio del voto, no han aportado todavía la anhelada autonomía a la que aspira la ciudadanía con discapacidad visual.
El dato más demoledor que arrojan estudios recientes en este terreno, como los de la Federación Nacional de Ciegos (NFB) de Estados Unidos, es el siguiente:
La principal barrera para que un votante ciego use una máquina accesible fueron los funcionarios electorales que no saben cómo funciona.
Es decir, un estado como el norteamericano, lo suficientemente próspero y solvente, invierte millones en máquinas de votación de última generación, equipadas con auriculares que leen las opciones en voz alta y teclados táctiles. A todas luces se trata de una solución perfecta. Llega el día de las elecciones, pero el personal de la mesa no sabe cómo encender la interfaz de audio, no encuentra los auriculares o, simplemente, entra en pánico ante una situación para la que no recibió entrenamiento. La tecnología más avanzada del mundo se convierte así en un ladrillo inútil. El votante, una vez más, se ve forzado a pedir asistencia, rompiendo el secreto de su voto. El problema no es la máquina; es la brecha entre la promesa tecnológica y la implementación humana.
El Verdadero Problema No Eres Tú, es el Sistema Implementado
Este fallo nos obliga a un cambio de mentalidad radical, como el consagrado en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU. Se trata de pasar del modelo médico al modelo social.
• El modelo médico (el antiguo) dice: «El problema es la ceguera de la persona. La solución es ayudarla a superar su ‘deficiencia’ con un asistente.»
• El modelo social (el actual) dice: «El problema no es la ceguera. El problema es una cédula impresa diseñada para un solo tipo de persona. La solución es eliminar la barrera, diseñando un sistema que todos puedan usar.»
La pregunta no es entonces «¿cómo te ayudamos?», sino «¿cómo rediseñamos un sistema insuficiente que verdaderamente funcione para todos?».
La Tecnología siempre Puede Crear Nuevas ### Barreras
Pero justo cuando pensamos en el futuro, surgen nuevos desafíos. Modelos como el que se prevé implementar en Perú, cuyo método incluye el uso de una app en el smartphone usando el DNI electrónico, suenan más que alentadores.
Y aunque el sistema se presenta como opcional, en cierto modo el modelo le traslada la carga al ciudadano. Porque, si no tienes un smartphone de alta gama con tecnología NFC, no puedes pagar/gestionar un DNI electrónico o no tienes la competencia digital para navegar una app compleja, sencillamente te quedas fuera de esta alternativa. Se genera una nueva brecha, ya no solo física, sino digital y económica, que condiciona el derecho al voto a la disponibilidad de tecnologías caras.
La Opción: «Nada sobre Nosotros Sin Nosotros»
En esta línea, ¿cuál es la solución? No es una única tecnología mágica. Es un cambio de enfoque, guiado por un principio innegociable acuñado por la propia comunidad de personas con discapacidad: «Nada sobre nosotros sin nosotros».
• Co-diseño necesario: Las personas con discapacidad deben estar en la mesa desde el minuto cero, probando y validando cada nueva tecnología. Su experiencia es el detector de fallos más eficaz que existe. El caso de usabilidad en Salta, Argentina, en 2011, donde la mitad de los votantes no pudo usar la máquina de forma autónoma por un diseño confuso, constituye un buen indicador de lo que ocurre cuando se ignora este principio.
• Capacitación Real: Invertir masivamente en entrenar al personal electoral hasta que el manejo de las herramientas de accesibilidad sea un acto reflejo, no una excepción estresante.
• Auditorías Duales: Cualquier sistema debe pasar una doble auditoría independiente: una de seguridad y otra, igual de rigurosa, de accesibilidad y usabilidad. Y los resultados deben ser públicos.
La tecnología es sin duda un puente extraordinario hacia la igualdad, pero solo si se construye con los cimientos correctos. Garantizar que cada ciudadano pueda votar en secreto, con dignidad e independencia, no es un problema técnico que debamos resolver. Es y debería ser la piedra de toque que define la calidad de nuestra democracia.
Considerar, por otra parte, que en el caso de las personas con discapacidad visual que decidan acudir a emitir su voto de manera presencial, y tal como ha sido hasta las últimas elecciones, el tema del transporte público en ciudades denssas y congestionadas como Lima, profundiza más la problemática de accesibilidad para este sector vulnerable de nuestra sociedad.