La esperanza de Maribel para recuperar la visión
“Fue un hecho traumático, no esperaba algo así. Estaba en mi adolescencia y además, era una fecha especial”, rememora nostálgica Maribel Yépez Bermúdez sobre aquel fatídico día en que sus ojos quedaron en penumbra por siempre.
El 31 de diciembre de 1993, en el barrio Alcázares de Cali, una petaca llena de pólvora le estalló en los ojos cuando tenía tan solo 12 años.
El proceso de adaptación (desde los 12 a los 15 años) fue lento y doloroso para ella y su familia, pues pasar de ver toda la gama de colores y variedad de figuras, a permanecer en la oscuridad y no reconocer el mundo que la rodeaba fue una experiencia bastante compleja.
Por suerte, siempre contó con el apoyo de su madre, Marleny Bermúdez, quien siempre le dio las fuerzas para seguir adelante. La matriculó, en ese entonces, en el Instituto para Ciegos, Inci. La llevaba y la recogía donde sea que estuviera.
“Yo le debo mucho a mi madre, ella fue y es mi apoyo incondicional”, comenta sentada en el comedor de su casa del barrio Municipal.
Fueron dos años donde la caldense, quien desde los 12 años vive en Cali, buscó por todos lo medios la posibilidad de recuperar la vista. La visita a médicos y religiosos fue una constante. También viajó a Estados Unidos 5 años después del accidente con la esperanza de encontrar alguna solución, pero no fue posible.
Decidió entonces comenzar con el proceso de rehabilitación donde le ayudaron a desarrollar más los sentidos mediante plastilinas, pinturas y rasgados de papel. “Es un trabajo muy parecido al que hacen con los niños en grado cero. Hay mucho desarrollo del tacto, oído, gusto, y sobre todo, el sentido de la ubicación”, explica la mujer de 37 años.
El proceso tiene dos fases: el primero, ‘Aprestamiento’, donde aprendió lo que era el braille (sistema de lectura y escritura táctil para invidentes), la movilidad (cómo usar el bastón), y la orientación. Estos últimos, según Maribel, requieren más trabajo, ya que se enseña ‘Nomenclatura’, es decir, cómo ubicarse por direcciones y no por indicaciones.
Después inició la fase práctica: salía a la calle sola, exploraba el terreno y trataba de llegar a alguna dirección sin ayuda. Por ejemplo, cuando eran los buses clásicos, se aprendía las rutas.
“Este bus va por la Calle 5, voltea a la izquierda a coger la Carrera 39, luego voltea a la derecha a coger la Calle 9: al principio uno se ubica por cuántos giros a la izquierda y cuántos a la derecha. Luego ya se vuelve más mecánico, me ubicaba por los puentes, los semáforos y los policías acostados”, cuenta Maribel.
La tercera entre cuatro hermanos resalta que durante el proceso se desarrolla mucho el olfato y el oído.
“Los olores sirven de mucha referencia, por ejemplo, si pasás por una galería o una panadería podés ubicarte. De igual manera con los sonidos. Hay sitios estables donde emiten un ruido particular, por ejemplo, una fábrica, un taller, hasta los mismos huecos de las calles. Ya sabés que pasás por un hueco de tal tamaño o una calle empedrada. Todo sirve de señalización para aprenderse las rutas”.
El deporte
Ahora, 25 años después del accidente, la mujer de 1.70 cm, contextura media, de ojos claros (verdosos), de piel blanca, cabello ondulado y castaño hasta los hombros, actualmente trabaja en una institución educativa rural del municipio de Florida, Valle. Y hace un año fue elegida por los presidentes de las Ligas de Discapacidad, como Representante del Sector de Discapacidad ante la Junta Directiva de Indervalle.
Además, es campeona internacional de ajedrez, y ha sido integrante en tres ocasiones de la Selección Colombia de Ajedrez adaptado.
Lleva practicando este deporte más de nueve años. En el 2016 obtuvo una medalla de oro en Brasil y otra en el 2013 en Ecuador. También asistió al Sudamericano de Ajedrez para Limitados Visuales, en Bolivia 2011, junto a Yolima Franco. Ellas representaron a Colombia. Maribel se llevó la medalla de plata, y Yolima Franco, del Norte de Santander, obtuvo la medalla de oro.
Tablero adaptado
Para la práctica del ajedrez las personas con discapacidad visual utilizan un tablero adaptado, el cual tiene las casillas negras en alto relieve. Cada una de las casillas, tanto blancas como negras, cuentan con un orificio en donde las figuras se insertan con un pin que tienen en su base. Estas (las figuras) se diferencian porque las negras tienen una marca en la parte superior (todo susceptible al tacto).
Este deporte según la caldense es el que más integra e incluye a las personas con discapacidad, ya que las reglas del juego son las mismas. Sin embargo, evoca que los primeros años “eran para llorar” luego de cada competencia, pues a pesar de que ganaba una que otra partida, no llegaba a ocupar los primeros lugares.
“En la primera competencia logramos una medalla de bronce, pero era por equipos. De tres, quedamos de terceros. Ya me conocían como la ‘monita llorona’”, dice entre risas.
Un año y medio después de seguir en constante entrenamiento comenzó a ver los buenos resultados, ganando competencias regionales.
En el 2010, después de obtener la medalla de plata en el Campeonato Nacional de la Federación de Limitados Visuales, se le comenzaron a abrir las puertas, entre esas, entrar a la Selección Colombia.
Pero eso no es todo. Antes de llegar al ajedrez, esta madre de una niña de 9 años, practicó atletismo, fútbol sonoro, ciclismo tándem (bicicletas dobles, donde la persona guía va adelante y en la parte de atrás, la persona invidente), y natación, pues desde pequeña su papá, Antonio María Zapata, le enseñó a nadar. Además, en el proceso de rehabilitación lo hacía de forma recreativa y a nivel competitivo.
“Por medio de un proyecto de la Alcaldía e Indervalle, realizaron una competencia en las Canchas Panamericanas, en el año 1996, en la cual ocupé el primer lugar”, resalta Yépez.
Pero esta ajedrecista también fue bailarina de tango de la Escuela de Tango Piazolla, presentándose en diferentes lugares de la ciudad como en la Alianza Colombo Francesa, en el Centro Cultural de Cali, en el Parque del Peñón, pero según Maribel, el más importante escenario donde se presentó fue el Teatro Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá. Durante esa etapa artística tuvo gran afinidad con Walter, su pareja de baile, con quien tuvo una relación amorosa de ocho años. Fruto de ese amor nació Sara, su única hija. El padre de su niña falleció por una complicación cerebral.
En 2004 estuvo vinculada a la Alcaldía de Cali y un año después, luego de participar en el concurso de la Comisión Nacional del Servicio Civil obtuvo, por mérito, el nombramiento de ‘técnico operativo’ en la Secretaría de Educación Departamental para los municipios no certificados. Entre sus funciones, actualmente presta apoyo en el área de nómina, efectuando revisiones y entregando las novedades que se registran cada mes. Para esto, se ayuda con el programa de computador
‘Jaws’, que es un lector de pantalla.
Fuente: https://bit.ly/2ldriUJ